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martes, 6 de noviembre de 2012

Adrián y la caja de galletas

Adrián era un niño de 5 años al que le chiflaban las galletas. Le gustaban de todas las maneras, simples, con semillas, rellenas de chocolate, bañadas en leche... ¡mmm! ¡Galletas! Un día en la tele dijeron que los niños no debían comer tantas galletas, para no engordar y eso, así que su papá escondió todas las galletas en lo más alto del armario de la cocina. ¿Cuándo iba a bajarlas papá de allí?, ¿se habían terminado las galletas para siempre? Entonces, Adrián se propuso a rescatarlas de su encierro.

El sábado, a la hora del almuerzo, el chico encontró el momento apropiado para recuperar el botín de galletas escondido. La mamá de Adrián había salido a hacer unas compras y su papá estaba tranquilamente sentado absorto en su ordenador. Entonces, se subió a una silla para alcanzar sus galletas, pero vio que no llegaba ni siquiera a abrir la puerta. Así que sigilosamente comenzó a recopilar libros y revistas por casa para amontonarlas encima de la silla y poder alcanzar su tesoro. Yendo y viniendo por casa se le escapaban risas de la emoción, su plan era perfecto, ya podía saborear sus galletas favoritas. Cuando pensó que ya tenía suficiente altura, se volvió a subir y de repente ¡zas! Las revistas y los libros resbalaron de debajo de sus pies y se cayó al suelo. Del estruendo, su papá fue corriendo a la cocina y Adrián se puso a llorar. Su plan había fracasado y ahora su papá iba a enfadarse con él por la trastada.

Continuará...

¿Creéis que Adrián cejó en su empeño de recuperar las galletas?, ¿qué creéis que pudo aprender de la experiencia?

Esta es una metáfora de la idea de que en la vida nos hace falta a veces construir algo para alcanzar nuestros objetivos, aunque fracasemos. Si esto pasa, lo que podemos hacer es buscar alternativas o perfeccionar nuestra técnica, pero no podemos rendirnos. Porque si no, ¿quién sabe cuándo comeremos galletas?

¡Un abrazo amigos!



Enlaces a las fuentes de las imágenes:
http://www.elmonstruodelasgalletas.com/2012/09/08/hacer-galletas-con-los-peques/
http://www.facilisimo.com/minuka/blog/manualidades/mas-manualidades/cajas-y-baules_231322.html 

jueves, 1 de noviembre de 2012

Ser bondadoso es una tarea de valientes


Mi familia me cuenta que de pequeña era una niña muy dulce y que luego me fui volviendo huraña. Recuerdo que cuando me daban un beso, me frotaba la mejilla poniendo cara de asco, era respondona y cabezota, y dejé de dar abrazos para preocuparme más por leer libros, ver la tele y jugar con mi perra.

Ahora, visto en perspectiva, pienso que quizá me volvía así porque en el colegio no me sentía a gusto o porque pasaba casi todas las tardes sola en casa. De adolescente me enorgullecía de mi independencia e incluso algunos me decían que era demasiado autosuficiente. Hoy en día con 27 años me apetece muchas veces estar sola, ir a mi rollo y hacer lo que me apetezca sin contar con nadie.

Con este comentario personal, quería introducir el concepto de la bondad. Aunque la bondad no es solo ser cariñoso y sociable, creo que es una manera de demostrarlo. Pero pienso que la bondad puede ser más cosas. Puede ser estar dispuesto a ayudar, pensar bien de los demás, perdonar y volver a sonreir a alguien que te haya decepcionado.

Creo que la mayoría de la gente se considera a sí misma como bondadosa porque tiene algunas cualidades que he nombrado, pero, ¿realmente es así?, ¿estamos seguros de estar siendo buenos? Porque pienso que es algo muy difícil. Cuando alguien en quien confías te falla, cuando quieres ayudar y te rechazan, cuando pides ayuda y no te hacen caso, es difícil perdonar y ofrecer tu mano a otros, es difícil volver a confiar, volver a abrirte a los demás. Y cuando esto ocurre más de una vez, cada vez es más difícil. Me pasa que me siento estúpida por haber vuelto a ser buena, porque luego sufro si no sale bien.

En fin, creo que ser bondadoso es una tarea de valientes, pero ojalá hubiera más valientes por ahí. ¿Estáis de acuerdo?